domingo, enero 15, 2006

La mesa




Creo que es su olor, su cuerpo, llanura pequeña y maciza, que me lleva a estar cerca de ella.
No tiene el vaivén que tiene el mar y sin embargo sobre ella, navego.
No se lo he dicho nunca con palabras, pero a diario, cuando la acaricio, en mi manera de cuidarla, en el profundo silencio de la noche, mis manos le dicen secretos poemas que huelen a su origen, a madera, a bosque.
Hace tiempo que me acompaña, pero desconozco su verdadera edad, no es joven, ni tiene estilo, solo es ella, ella conmigo, en la angustia de mis soledades, en la reunión de mis afectos, en los desafíos, a la hora de la verdad, a la hora del hambre y de la sed.
A ella la iluminan mis flores, la humedecen mis lágrimas, sobre ella escribo besos, mi historia, el ritual de las caricias.
Se desmigaja el pan de la ternura, ocurre la vida a diario sobre ella.


escrito 2003