domingo, enero 14, 2024

Limón

 



Duerme el sol debajo de la cáscara

 Sueñan las semillas con besar la tierra

Luna verde cargada de jugo

Creciendo desde la flor hacia  mi boca

 

sábado, enero 13, 2024

Amanece


 



En el extremo del horizonte dónde el mar y el cielo están pegados por un oscuro y delgado hilo
algo se rompe.
Un frágil rayo se asoma, luego otro y juntos, al rato, ya son luz.
El mar ahora es de plata y se mueve agitado porque el día lo despierta.
Se disuelve la noche como un puñado de azúcar sobre mi lengua.
Olas y rocas se besan por primera vez como si la noche les hubiera robado la memoria.
El sol renueva los colores, la sal vuelve a ser voz que todo lo nombra.

 


Al sendero, que alguna vez dibujaron mis pasos,

 lo devoró la hierba

pero sigue allí

 volveré, en círculos,  hacia adentro

hacia ese lugar que no recuerdo

encontraré esa parte de mi que murió

esperando la lluvia

abrazada a las flores.

Agua

 


 

 “…Era yo un río en el anochecer,

y suspiraban en mí los árboles,

y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.

Me atravesaba un río, me atravesaba un río!...”

Juan L Ortiz

 

 

Yo soy agua de lluvia que no para ni sabe llorar

Agua de río, agua de arroyo en la siesta de la infancia

Yo soy agua, rocío, sobre la hierba en la mañana

 Agua que va hacia un mar sin nombre

Hacia la noche en donde las gotas no duermen.

 

Gal

 

 

Abejas brotan del centro de las flores

Desprenden los aromas con sus alas

La siesta huele a florecitas sin nombre

La hierba abriga mi piel desnuda.

Tendida, mirando el cielo inmenso y silencioso

subo una mano para tocar una nube redonda,

mi otra mano alcanza  con prisa el pezón que señala al sol.

Se hunden mis dedos en la nube, que es como tu cuerpo,

Suave y mullido mundo de infinitas gotas.

Corto una una hoja y la saboreo con mi lengua

 imaginando que así saben tus labios.

 

A oscuras, ante la ausencia de tus ojos.
Muda sin tu boca.
Sin manos, sin piernas,  que puedan alcanzar tu cuerpo.
Desfigurada ante el espejo roto.
Cayendo y cayendo en el abismo dónde sólo habita
el fantasma de lo que alguna vez fuimos.
 

Gal.

Flor de azúcar

 


 

 Una luz diamantina lame las pieles.

La humedad trepa por los cuerpos y se  queda en los ojos que brillan ante la hoguera de palabras. 

El nogal, añoso, con  sus verdes manos nos acaricia en silencio. 

Crece en cada boca, en cada lengua, el deseo de decir,  de no callar nunca más, de gritar quienes somos y cuanto podemos amarnos. 

Ellas escriben historias con  tinta de color atardecer, enredaderas que trepan por nuestros corazones. 

Ellas se acompañan en los amaneceres que abren nuevos días,  son la mano que siempre está en la distancia de los años.

Ellas son hogar, son familia, son lo posible.

Están allí  juntas  disfrutando del verde siempre nuevo del amor.

Ven, con enormes ojos asombrados  y  alegría de niñas, subir por el muro la  pequeña flor de azúcar que va en busca del sol.  

 

A Ilse y Claudina

Diamante - Entre RíosSemana non sancta 2013 

GAL

Zapatos



Trato de comprender cual será el próximo paso que me lleven a dar y por qué pesan tanto.
Tengo la certeza de no estar muerta, porque los muertos, no llevan zapatos, al menos no los llevaban los que vi pasar ante mi, ellos caminan sobre superficies blandas, por eso, tal vez, no los necesitan.

A esa esquina, donde hay luz, no me llevan, ya los conozco, doblan antes, en la mitad de la cuadra en un callejón oscuro y húmedo.

Al borde del cerco que contiene las flores que me gustan tanto, tampoco, se desvían contra mi voluntad y lo que es peor hace tiempo que no cruzan la calle porque del otro lado están mis sueños colgados en los faroles, desparramados contra las vidrieras.

Trato de explicarle a mis pies, desde aquí arriba, que no tengo fuerzas en mis manos para arrancarlos, que no puedo desajustar los cordones y que ellos buscan un camino que desconozco.

Tengo la certeza de no estar viva, porque los vivos dominan sus zapatos y los hacen saltar para no pisar los charcos, se los sacan y los dejan debajo de la cama para poder descansar.

Trato de comprender en que momento les permití que fueran dueños de mi andar que hicieran huellas que nadie podría ver.

Pero tengo la certeza de nunca voy a encontrar la respuesta y que sólo tengo éstos zapatos.