miércoles, enero 25, 2006

Andrea


Ella tiene entre sus dedos
la medida de mi cadera.

De mi piel, el sabor
entre sus labios.

Ella hace, en la arena,
mi huella,
mi pie desnudo
mi camino.

Crece la hierba en la mañana
de sus ojos.

En el sendero de su espalda
mis manos dibujan el futuro.

Ella es la tierra en la que germinan
las flores de mis mañanas.

2003



soy

Soy dueña de mis pasos
soy mi rumbo,
mi destino,
entre ruinas hago mi refugio.
Con astillas de sueños
levanto, entre mis manos, la mañana.

Soy parte de la hoguera
fuego que sube por el cuerpo del silencio
llama que devora el frío, el miedo.

Soy garra, sangre, ala herida
sobrevolando el territorio del olvido.

martes, enero 24, 2006

Propiedad privada




Mis pasos no entienden
los límites.
Mis ojos no comprenden
prohibiciones.
En el lenguaje de las hojas
no caben palabras
que posean sus cuerpos
ellas le pertenecen a la lluvia,
a los días de lenguas suaves
que les dibujan nervaduras
y ocres.
Por huellas viejas, hacia la luz,
camino.
Por ramas, añosas, hacia el viento,
me deslizo.
Por verdes bosques privados
Camino en silencio
Y soy hierba que se enreda
que aroma la piel de los árboles
nada puede detener esta obstinación
vegetal de estar viva.


Escrito 12.07.01

sábado, enero 21, 2006

lenguaje


Es tu cuerpo una hoja tendida
sobre la inmensidad de la hierba
allí mis dedos dibujan símbolos nuevos,
palabras hechas de agua y miel,
secreto idioma,
que solo tu lengua y la mía saben pronunciar.



escrito 2003

para Ann

viernes, enero 20, 2006

Infancia

“…Cerrame el ventanal que arrastra el sol su lento caracol de sueños…”
catulo castillo

Yo creía que el mar dormía dentro de una enorme caracola.
Mi abuela, con esas manos que saben acariciar nietas pero que no pudieron acariciar hijas, ponía en mi pequeña oreja curiosa, la suave caracola que cantaba como el mar.
Yo creía que el mar estaba oculto en uno de esos rincones de nácar, que parte de su inmenso cuerpo, venía en esa rosa caracola para estar conmigo.

Yo creía que los relojes sabían por qué lugar del cielo transitaba el sol, entonces daban las horas exactas, horas de jugar a dar miles de vueltas y caer sobre la hierba a esperar que el mundo se detuviera.

Yo creía que el sol dormía sobre la línea del horizonte, entonces yo corría por el interminable camino, para tocarlo antes que la noche lo tragara y me dejara a solas, en la oscuridad, donde habitaban los fantasmas de dolor.


escrito enero 2006.
"...O ahí, en esos rincones, donde (nosotras lo sabemos)
reina la posibilidad de otra vida en esta..."
Fragmento de Souvenirs.
Diario de estos días
Gabriela de Cicco.

Nos detenemos a mirarnos, en el espejo claro de nuestros ojos, que nos devuelve el manso reflejo de cuerpos nuevos.
Buscamos el dulce sostén que perdimos cuando dejaron de acariciarnos con tanta ternura que no cabía ninguna oscura posibilidad de caer y lastimarnos.
Nos dormimos sobre almohadas mullidas, suaves, tibias que nos alimentan los sueños.
Construimos, con pétalos y aromas, un jardín de tierra fresca en donde sembrar la esperanza.
Todo es posible sobre la piel recién inventada, sobre los deseos hechos a la medida de nuestras caderas.


escrito 2002

domingo, enero 15, 2006

La mesa




Creo que es su olor, su cuerpo, llanura pequeña y maciza, que me lleva a estar cerca de ella.
No tiene el vaivén que tiene el mar y sin embargo sobre ella, navego.
No se lo he dicho nunca con palabras, pero a diario, cuando la acaricio, en mi manera de cuidarla, en el profundo silencio de la noche, mis manos le dicen secretos poemas que huelen a su origen, a madera, a bosque.
Hace tiempo que me acompaña, pero desconozco su verdadera edad, no es joven, ni tiene estilo, solo es ella, ella conmigo, en la angustia de mis soledades, en la reunión de mis afectos, en los desafíos, a la hora de la verdad, a la hora del hambre y de la sed.
A ella la iluminan mis flores, la humedecen mis lágrimas, sobre ella escribo besos, mi historia, el ritual de las caricias.
Se desmigaja el pan de la ternura, ocurre la vida a diario sobre ella.


escrito 2003