La cima
El deseo de llegar apuraba mis pasos.
El sol lamía con idéntica pasión las rocas, los árboles y mi piel.
Las sierras eran cada vez más azules,
más grises, más verdes, más cercanas, más mías.
Me deslicé a tientas por la verticalidad del camino,
yendo hacia el fondo, a ese fondo que anhelaba conocer.
Las ramas y las raíces me daban sus manos
para que el descenso no fuera una caída.
Todo quedó atrás, muy atrás el llano,
muy atrás el llanto, muy atrás la asfixia.
Ante mi y para mi el agua corría sobre los mansos cuerpos minerales.
Las piedras, con sus voces oscuras,
nombraron el vientre de la tierra que las albergó en noches de luna y fuego.
En el helado cuenco me sumergí,
en el helado beso que aguardaba mi llegada, me sumergí.
y recordé la canción húmeda y fragante que había olvidado al nacer.
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