“...El que vio llover y llover...”
Tejada Gómez
Desde el espejo, sus ojos de ventada
se abrían al país de su infancia.
El viento arrasaba las copas
y el verde llovía sobre las veredas,
cuerpos de pájaros muertos
cubrían de angustia las plazas.
Siempre llovía sobre las chapas
agujereadas de su niñez,
siempre estaba su cama húmeda
húmeda la manta que no abriga.
Los pechos pasaban lejos de su boca
Llovía en la mirada de
esa mujer distante a quien deseaba
acariciarle el rostro.
Era húmedo el recuerdo y aunque no quisiera,
llovía sobre las ventanas ojos
que se abrían frente al espejo.
GAL
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