lunes, octubre 17, 2005
Hacia adentro
Que nos vean sentadas a nuestra mesa
con mantel de girasoles y luz.
Que vean nuestros platos llenos
de amor, de feliz almuerzo, cena,
pan del día en que decidimos
no ser quienes querían que fuéramos.
Que vengan que entren los que pensaban
que no se podía
que huelan el aroma de la paz en las mañanas,
el sol entrando a raudales por los ojos
y la lluvia a cada instante en nuestras pieles siempre nuevas,
que se den el disgusto de no verse en nuestro espejo
que sigan con sus mentiras de domingos paseando por las plazas
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1 comentario:
El sol brilla para todos los que son capaces y tienen deseos genuinos de verlo.
Pero algunos están demasiado ocupados en robarnos nuestro sol, aduciendo que no somos dignos, ni lo merecemos.
Todos ellos son ciegos voluntarios de espíritu, y sólo pueden despertar nuestra lástima, pues son esclavos de una mentira.
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